CAMINA PERO

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NUNCA DEJES DE CAMINAR.

domingo, 2 de noviembre de 2014

VOCACIÓN DE SERVICIO PÚBLICO



Leyendo la noticia sobre los médicos que tratan el ébola, asaltan varias dudas y asoman diversas certezas.


Estos médicos son trabajadores públicos, no funcionarios. Tienen los mismos miedos frente al paro, el rechazo y la inseguridad laboral que muchos trabajadores del país. Y, obviando esos hechos, realizan su trabajo sin menoscabo de la profesionalidad.


La eventualidad no es menoscabo de servicio público.


Frente a eso tenemos a representantes públicos, en su forma de alcaldes, concejales, diputados, senadores, representantes de asambleas autonómicas, dirigentes de partidos políticos, sindicatos, patronal (cuyos salarios proceden en parte de nuestros impuestos) que hacen caso omiso al servicio público y se dedican a la consecución de su interés individual, cuando su dedicación y trabajo tendría que ir encaminado a la consecución del bien común. Porque son, como ya he dicho, representantes públicos, de todo el público, de toda la ciudadanía, no sólo de quienes les han votado-elegido-o de quienes dicen representar.


Además, como una frase que está atribuida a los padres de la Constitución Americana de 1776, "No se puede legitimar la tiranía de la minoría sobre la mayoría, ni la tiranía de la mayoría sobre la minoría". Es decir, maximizar el bienestar de la mayoría, reduciendo a la mínima expresión los perjuicios causados a la minoría.


Representantes de la ciudadanía siempre tienen que existir. Es el método de extracción y/o de elección el que condicionará que éstos representen nuestros intereses o el de sus organizaciones.


Además, los ciudadanos elegimos a esos representantes y los problemas  de la sociedad que tienen que resolver. El modo de organizar la sociedad y resolver los problemas no puede venir de arriba, desde las élites, a abajo, a la ciudadanía. Desde distintos métodos (asambleas de diverso tipo, reuniones profesionales, aplicaciones informáticas, peticiones populares,etc) podemos hacer saber los asuntos a los representantes.


Y pensar que cualquiera, y no en un sentido peyorativo, puede ser político. Hacemos más política de la que creemos.


"Si no haces política, otros la harán por ti".


Si la mentalidad es la de servir a la ciudadanía, como un ciudadano más, con tus actitudes, aptitudes y en tu profesión, cualquiera que fuese, hay menos riesgo de caer en la podredumbre moral de robar a tus ciudadanos.


"La utopía no es aquello que es irrealizable, sino aquello que está por realizar".


El error es de base, de considerar que uno se debe a su partido u organización, y no defiende más intereses que esos. Si a ello se le añade la obsesión por valores como el dinero, la codicia, el poder...¿qué tenemos?.


No sólo a políticos corruptos detenidos sino a las organizaciones que dicen representar podridas y carcomidas.


Y a unos ciudadanos cansados. Pero hay que orientar ese cansancio hacía salidas positivas y constructivas. El fantasma del fascismo está rondando las esquinas roídas de la democracia. Si no, preguntar en Grecia con Amanecer Dorado. O mirar las páginas de la historia.


Ah, y por si no os habíais dado cuenta todo ello es destapado por jueces, policías, agencia tributaria, etc etc, funcionarios y trabajadores públicos.


Es claro que si hay vocación de servicio público hay menos probabilidades de corrupción. Si en la escala de valores primamos conseguir el bien común y prescindir del dinero y el poder, algo llevaremos ganado.


Los funcionarios, salvo deshonrosas excepciones, ya no son ese colectivo de "vuelva usted mañana" o de los que esconden el periódico debajo de sus informes, que tenían el mismo tamaño que el ABC, como decía Paco Umbral. Eso sucedía en el franquismo, donde la vocación de servir al público no existía, sólo a los afines al régimen.


Pensarlo bien cuando habléis mal de un funcionario o de un trabajador público. Son nuestros trabajadores pero no se dedican en exclusiva a nosotros. Depende de nuestros impuestos pero el hecho de pagarlos no les convierte en esclavos. Incluso algún "ciudadano" que se pitorrea de las administraciones eluyendo cotizaciones o tributaciones paga impuestos, salvo que sea un anacoreta, porque todos los actos de la vida consumista están grabadas con impuestos. EL mero acto de ir a una taberna a tomar vinos o cervezas y decir estupideces como si estuvieran salvando el país le convierte en sujeto impositivo. Contradicciones de la vida.


"Cualquier acción personal y/o colectiva enmarcada en un contexto social tiene que ir encaminada a la mejor consecución del BIEN COMÚN.

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